En 2019, Hilda Yaneth Murcia Chaparro volvió a consultar a su médico en Chiquinquirá, Boyacá; ya no se trataba de que le removieran otras dos “masitas benignas” como las que le retiraron varios años atrás del brazo y la espalda. Entonces, eran 15 lipomas que invadían sus brazos, su región torácica y uno de sus senos.
“El médico me dijo: ‘Le doy la orden para que la autorice y cuadremos la cirugía de extracción de cinco lipomas'. Pero cuando fui a hacerlo la funcionaria de la Nueva EPS me preguntó: ‘¿Le van a sacar cinco masas?’. Y le respondí: ‘Sí, estos lipomas... mire’. Me pidió que le mostrara el del seno y accedí".
Entonces ella le dijo que esperara, y que antes le pediría a una doctora que la revisara y le practicara una mamografía y una ecografía de seno.
Cuando le dieron los resultados, la médica le ordenó una biopsia de la masa cercana al seno, un examen por el que luchó por cerca de días, primero en Tunja y luego en Bogotá, adonde acudió finalmente pese a sus limitaciones económicas: "Soy vendedora ambulante, o lo era, porque la pandemia no me lo permite”, cuenta esta boyacense que en noviembre de ese año recibió el temido diagnóstico: cáncer de mama.
Hilda solo pensó que la genética no jugó a favor de los Murcia Chaparro, y con pesimismo pensó que se repetiría la batalla perdida por su sobrino en el 2014, tras dos años de lucha contra la leucemia.
Sin embargo, atendió a la cita que le puso el doctor Fernando Rojas para el 11 de enero del 2020 antes de las cuatro de la madrugada en el Instituto Nacional de Cancerológía (INC) de Bogotá. Y de allí salió ad portas de una pandemia, sin un seno, sin un ganglio de su brazo derecho y sin la fuerza en este para tomarse la tensión, barrer o cargar la mercancía que vendía por las calles de Chiquinquirá.
Un año después, el 17 de febrero del 2021, los doctores Rojas y Vallejo, del Cancerológico, le dijeron: "Te tenemos una excelente noticia: volviste a nacer".
Recuerda emocionada ese día, y hoy se siente la triunfadora de una guerra que daba por perdida, aun cuando no ha librado batallas fáciles desde la extracción de su seno derecho: “Me ordenaron 28 quimios y 16 radioterapias, y para asistir debía conseguir y pagar el pasaje de un expreso hasta Bogotá, pues fue justo cuando declararon la pandemia y no había transporte público".
Debía pagar además hotel y regresar a Chiquinquirá tras las quimios y radios. "Uno de vendedor ambulante no la tiene fácil, y menos en pandemia”, relata Hilda, que hoy, a sus 54 años, vende tapabocas en las calles.
A ella el Instituto le consiguió albergue para hacer menos traumático un tratamiento que costeó en parte vendiendo los pocos enseres que tenía y que muchas veces enfrentó sola, porque el covid-19 la mantuvo físicamente separada de su familia.
Precisamente, el riesgo de contagio generó un cambio en la conducta de las mujeres frente a los controles médicos, que desencadenó en un crecimiento de casos positivos de cáncer de mama durante la pandemia.
De acuerdo con la Cuenta de Alto Costo del Fondo Colombiano de Enfermedades de Alto Costo, en el registro administrativo de las entidades aseguradoras se reportaron, entre 2019 y 2020, 6.550 casos nuevos de cáncer de mama invasivo.
Estimativos del INC indcan que en el país se registran hoy, en promedio, 24 casos de cáncer de mama positivos al día, es decir unos 8.760 diagnósticos anuales, y más de la mitad se detectan en estados avanzados.
El miedo al covid afectó asistencia a controles y consultas
Carolina Wiesner Ceballos, directora del Instituto Nacional de Cancerología, explica que “las estrategias de aislamiento en casa contra el covid hicieron que la gente pospusiera sus citas. Así detectaran señales de cáncer, esperaron a que pasara el pico de la pandemia, e incluso quienes estaban en tratamiento dejaron de ir a sus controles; hubo un gran impacto en el número de diagnósticos nuevos, muchos de los cuales además llegaban en estadios avanzados”.
Esta entidad, en asocio con la Escuela de Salud Pública de Harvard, The Union for International Cáncer Control (UICC), la Liga Colombiana Contra el Cáncer, el Centro Oncológico Javeriano, las fundaciones Sanar y Simmon, la Sociedad Latinoamericana y del Caribe de Oncología Médica (Slacom), el Instituto de Estudios Avanzados de las Américas y Novartis Colombia, publicó la Iniciativa Integrada para el Control de Cáncer en América Latina (Icci-LA), que busca fortalecer las acciones dirigidas a reducir el impacto del cáncer en el país y ayudar a mejorar la respuesta frente a la creciente carga de la enfermedad.
La Encuesta Regional de Opinión Pública sobre Cáncer de Mama, llevada a cabo entre 7.000 mujeres de Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Uruguay, México y Colombia por la Fundación Avon, reafirma lo dicho por la directora del Instituto.
De acuerdo con los resultados, durante la pandemia siete de cada diez mujeres no hicieron la visita de consulta médica especializada para abordar estudios de detección temprana. Al consultar sus motivos, el 57 por ciento de las encuestadas (mil mujeres por país) esgrimieron el miedo al contagio con covid, mientras que el 21 por ciento atribuyó su no asistencia a la falta de turnos disponibles.
“Siete de cada diez mujeres dejaron de acudir a sus controles habituales. ¡Es un montón! Si les correspondía la mamografía o el examen clínico de la mama, o sus controles en caso de ser pacientes diagnosticadas, no consultaron, y por ello encontramos más casos y en estadios más avanzados, lo que empeora el pronóstico de la enfermedad”, sostiene el médico cirujano Juan Pablo Molina.
El también especialista en cirugía de mama y tumores de tejidos blandos señala al respecto que “el covid está en todas partes... No es tan cierto que hay espacios o zonas en donde el riesgo de contagio se incremente, como los consultorios o los centros médicos. Con la vacunación podemos flexibilizar un poco las restricciones, pero ahora habrá que concientizar a las mujeres del peligro de dejar avanzar un proceso de cáncer por no consultar ante el miedo al covid-19”.
El tránsito de la atención médica presencial a los medios virtuales fue destacado como un avance durante la pandemia. No obstante, y de acuerdo con la encuesta, solo el 23 por ciento de las mujeres latinoamericanas hicieron consultas virtuales como reemplazo de las presenciales.
“Uno asume la efectividad de las campañas, cree que estas les llegan a todas las personas, pero definitivamente vemos el efecto de los niveles socioculturales y los estratos socioeconómicos, pues no todas las mujeres tienen acceso a redes sociales ni a medios; a veces ni siquiera a radio o televisión”, añade Molina.
A veces la cultura se vuelve una limitante
El temor ha jugado siempre en contra de la detección temprana del cáncer de seno; esa es una de las razones por la que las mujeres aplazan las consultas e incluso se niegan a hacerse el autoexamen en busca de anormalidades. La pandemia no hizo más que reforzar esta conducta.
Carolina Henao Restrepo, directora ejecutiva de la Fundación Avon para las Mujeres, afirma con dureza: “Somos expertas parándonos frente al espejo para buscarnos celulitis, gordos, estrías y defectos. Pero no para mirar nuestros senos, tocarlos, compararlos, revisarlos, exploraros y para buscar potenciales señales de que algo está pasando, y que es momento de consultar”.
Los expertos insisten en que persiste el miedo profundo a repetir la historia de la vecina o de la amiga de la amiga que entró al registro poblacional de cáncer. Según las estadísticas, el año pasado se reportaron en Colombia 113.221 nuevos casos de cáncer; el de mama fue el más común, seguido del de próstata, colon y recto, estómago y pulmón.
“Cuando mis hijos empezaron a investigar en internet sobre las posibles causas de aparición de una masa en mi seno izquierdo, me asusté. No quería aceptar que fuera cáncer de mama, porque sé de pacientes que no resisten la enfermedad y porque enfrentarla perjudicaría a todos en mi casa”, cuenta Claudia Patricia Brochero Pushaima, integrante de la comunidad Muchipa del pueblo wayú, quien fue diagnosticada con cáncer de mama en el 2016, a los 43 años.
Tuvo que dejar a sus dos hijos pequeños (entonces de diez y de ocho años), e irse para Bogotá por casi seis meses: "Avisé en mi comunidad que me iría y los dejaría; ellos debían aceptar la decisión que tomáramos con mi esposo y mis hijos, porque aunque en la región sabemos mucho de medicina de plantas, llega un momento en que hay que ver la forma de curarnos en otra parte, en otra cultura, para no morir".
Decidió luchar contra esta enfermedad en distintos frentes. Y eso incluyó motivar a otras mujeres para que se hicieran el autoexamen: "Les mostraba y les decía que debían ponerse las pilas si no querían terminar como yo, que no tengo mi seno izquierdo. Por mi salud les hice caso a mis hijos, a pesar de creer tanto en mis tradiciones y ser fiel a ellas”, cuenta Claudia.
La cultura, en efecto, también pesa, cuando de mitos y prejuicios se trata. Y aunque según las cifras del INC, en las comunidades étnicas no son tan frecuentes los casos de cáncer de mama como sí lo son los de cuello uterino, igualmente se presentan e inclusive se evidencian en etapas tan avanzadas que cualquier esfuerzo por combatirlo resulta en vano.
“Algunas comunidades indígenas o fieles de algún culto religioso castigan el tema de acudir donde un hombre u otra persona ajena a la familia y a la comunidad, a que les revise los senos; eso se vuelve también una limitante para nosotros, al intentar hacer pronósticos acertados y a tiempo”, asegura el doctor Molina.
En eso coincide Claudia Brochero: “Muchas mujeres han fallecido, en el pueblo wayú, de cáncer de mama y aun no lo saben sus familiares. Y no solo de este cáncer, también de matriz, porque no se hacen las citologías, los chequeos ni nada. Yo he marcado la diferencia, porque los hijos míos me tienen marchando con estos temas, pero también crecí resabiada hasta que entendí que somos las encargadas de dar vida y no podemos tener nuestro cuerpo enfermo. Pasa, por ejemplo, que permitir que nos saquen el útero va en contra de nuestra cultura. Y preferimos morirnos, pero completas. Muchas mueren porque no quieren que el médico las mire o las toque... es algo cultural”.
Hay desconocimiento y confusión sobre la enfermedad
Pese a las múltiples campañas que que buscan crear conciencia sobre el cáncer de mama y la importancia de detectarlo y tratarlo a tiempo, en Colombia y Latinoamérica hay desconocimiento y confusión sobre la enfermedad.
De acuerdo con la Encuesta de Opinión Pública sobre Cáncer de Mama, la autoexploración de seno fue reconocida por un 79 por ciento de las encuestadas como un método de detección temprana, y también fue considerada como el más efectivo por el 51 por ciento de las mismas, por encima incluso de la mamografía (30 por ciento).
Se trata de un resultado inquietante, dado que el cáncer es una enfermedad que también puede ser asintomática, es decir que hay casos en los que no muestra señales visibles al tacto o a la vista, pese a haberse desarrollado. De acuerdo con la encuesta, solo el 1 por ciento de las consultadas reconocen esa posibilidad.
En ese orden de ideas, el examen clínico de mama anual con el médico general, el ginecólogo o el mastólogo, y la mamografía bianual a partir de los 50 años, sí son fundamentales. No basta con la autoexploración mamaria.
Carolina Henao señala, de hecho, que si bien la Fundación Avon para las Mujeres llevaba muchos años promoviendo el autoexamen, "este año cambiamos el término por 'autoexploración', porque el público estaba entendiendo que con el autoexamen bastaba y no había algo más especializado. No se trata de ‘me autoexaminé y me salvé’ tampoco de buscar una ‘bolita’ y ya; también se trata de de hundimientos, cambios en el tono, lesiones, secreciones por el pezón o una anormalidad que no se ve ni se siente, y confirma que es indispensable asistir a un chequeo médico”.
En este sentido, la corresponsabilidad de la familia, la pareja y los médicos también resulta transversal. “Muchas veces ellas van al médico, y él solo no les ofrece la práctica de un examen clínico de la mama ni la mamografía; debemos centrarnos en la corresponsabilidad como profesionales de la salud en aras de mejorar la sensibilización, y no solo de las mujeres, sino también de los hombres. Todos tenemos mamá, esposa, hermana, hija... podemos estar pendientes y preguntar: ¿Ya te hiciste la mamografía? ¿Y el examen clínico de este año? Hay mujeres que llegan a la consulta no porque ellas se detectaron un nódulo, sino porque su pareja lo hizo”, explica Juan Pablo Molina.
Un plan decenal para hacerle frente
Este año iniciará la formulación del Plan Decenal de Cáncer en Colombia, y por ello el INC incluyó, en su Iniciativa de Control Integrado del Cáncer para América Latina (Icci-LA), nueve estrategias para que el sistema de salud colombiano aborde la creciente carga del cáncer y los desafíos actuales.
“El hecho de que vamos a tener un incremento del 30 por ciento en la incidencia de cáncer en los próximos diez años hace un llamado urgente al sistema de salud, que tiene que estar preparado; en este momento, cuando la incidencia de cáncer es tan alta, el Instituto debe fortalecerse y transformarse, y lo queremos lograr en esta legislatura, con la ayuda del Ministerio, el Congreso y los colombianos”, asegura Carlina Wiesner.
Los nueve desafíos planteados en el estudio hecho por el Instituto y la Universidad de Harvard buscarán alivios para todos los pacientes de cáncer y, por ende, repercutirán en la garantía de la detección temprana de cáncer de mama.
Se buscará un diagnóstico pronto, “pero haciéndolo bien", señala la directora del INC.
Esto quiere decir que "mínimo el 80 por ciento de las mujeres mayores de 50 años se practiquen la mamografía cada dos años, y que quienes salgan con anormalidades en este examen tengan acceso a la biopsia en tiempos cortos sin tener que transitar por diferentes instituciones o aplazarla. Si hay señales de cáncer, el diagnóstico rápido y eficiente salvará vidas”, afirma.
A ponerse la camiseta rosada
El próximo 19 de octubre se conmemorará el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama con una agenda de actividades de sensibilización, educación y acción contra la enfermedad.
La filial colombiana de la firma de maquillaje de lujo Estée Lauder (creadora, desde hace 29 años, de la iniciativa del pink ribbon o lazo rosado como el símbolo de la lucha mundial contra la enfermedad), realizará clases de baile y actividades lúdicas en cinco universidades en Bogotá: los Andes, Universidad Militar, el Rosario, la Sergio Arboleda y la Jorge Tadeo Lozano. El objetivo es apropiar los pasos de la autoexploración mamaria y fomentar la actividad física como factor de autocuidado.
El 20 de octubre, a través de las redes sociales y la plataforma Zoom, convocará a una charla virtual con Luna Baxter, cuya madre falleció de cáncer de mama, orientada al papel de la familia cuando la enfermedad llega al seno del hogar, y el sábado 23 se llevará a cabo una jornada de tamizaje con un profesional de la fundación Salud Querida en Bogotá.
Estos dos eventos están abiertos al público en general y deberán reservarse a través de la página www.tiempodeacabarconelcancerdemama.com.
Por otro lado, la Fundación Avon para las Mujeres, en alianza con la Liga Colombiana Contra el Cáncer, conmemorarán esta fecha aportando mil mamografías para mujeres de escasos recursos en Armenia, Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga, Cali, Cartagena, Cúcuta, Ibagué, Medellín, Montería, Neiva, Pereira, Sincelejo, Valledupar y Villavicencio.
Cabe anotar que estas ciudades son las que presentan mayor incidencia de cáncer de mama en Colombia.
Finalmente, la Fundación AlmaRosa llevará a cabo el simposio virtual Más Vivas que Nunca, creado en el 2020. Los interesados pueden sumarse a él 16 de octubre, entre las 9:00 a. m. y las 11:00 a. m. vía Zoom Webinar.
A través de conferencias tipo TED, expertos y especialistas en mastología, medicina interna, ginecología, nutrición, dermatología, psiquiatría y sexología ayudarán a resolver las preguntas más frecuentes de las pacientes, los familiares y profesionales de la salud. A esto se sumará el acompañamiento emocional de expertos en coaching y espiritualidad.
PILAR BOLÍVAR - PARA EL TIEMPO
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