Tan solo dos años atrás, Camilo era visto como una promesa de la música (aunque el público colombiano lo conocía desde niño), el novio de Evaluna Montaner, el del bigote Dalí, que hizo un increíble dúo con Shakira y empezaba a sonar como productor y compositor al lado de artistas de todo género y país. No era de los que llenaban grandes escenarios ni de los que ganaban premios Grammy. Y pasó de ganarse un solo Latin Grammy en el 2020 a cuatro en el 2021 y a una nominación en la versión estadounidense de estos premios. Ahora sus canciones son éxitos globales. Una de ellas fue escogida como la oficial de La Liga española. Y vendió tan rápido las boletas de su primer show –el de este jueves 9, en el Movistar Arena de Bogotá que se abrió otra fecha para mañana cuyas entradas también se agotaron.
Por primera vez, dijo en rueda de prensa ante medios colombianos, hace un show tan grande en el país. Camilo es nuestra nueva superestrella musical e invitó a artistas nuevos a abrir sus conciertos: Esteban Nieto, Manú y Alejandro Santamaría. Sobre ellos fue la primera pregunta.
“Tengo claro cuáles fueron las personas que me abrieron puertas en momentos claves de mi vida. Sé lo importante que es para los artistas que están comenzando que alguien abra una ventana para que las audiencias tengan acceso a lo que hacen (...). Tengo el privilegio de saber que estoy sembrando una semilla en la carrera de artistas que serán grandes y dejarán el nombre del país por lo alto”.
¿Cómo vive la fama?
Ha sido un año lleno de sorpresas gigantes. No se sabe cuál ha sido más grande. Mi primera gira internacional, mi primera vez saliendo con mi banda, mi primera vez en los Latin Grammy con foto de todos los premios juntos. Casa nueva y la realidad de ser papá. Más que echarle un ojo a la fama, le echo un ojo a lo bonito que está pasando, a las responsabilidades de la siembra que hacemos. Tengo momentos en los que me abrazo a mí mismo y digo: ‘Me voy a dar un tiempo, me voy a abrazar y a decirme: Parce, lo has alcanzado’. Con el tema del merecimiento no me meto porque es más complejo. Pero, más allá de merecerlo o no, es un momento para frenar, porque uno esté en el corre corre de perseguir cosas hasta que uno frena y dice: ‘Disfrutemos de lo que se ha conseguido’. En el Latin Grammy dije: ‘Estoy viviendo el sueño de poder tener a mis papás en primera fila celebrando conmigo, mientras me gano un premio’. Y tuve que parar al otro día y decir: ‘Brindemos porque estamos viviendo ya el sueño que teníamos desde chiquitos’. Trato de ser consciente y de frenar y disfrutar, o si no se le va la vida a uno en la carrera.
¿Qué quiere decir cuando habla de buscar ideas elementales?
La simplicidad es diferente, la elementalidad es la palabra con la que me relaciono mucho. Lo elemental es universal a todos, más allá del contexto, de la manera como se mueve este mundo. Soy un perseguidor de esas ideas elementales. Aunque parezcan fáciles son las más difíciles de escribir, de producir y de pescar creativamente.
¿Qué planes tiene para el 2022?
El 2022 pinta con un montón de cosas orientadas a la creatividad, cristalizada en la manera máxima de la creatividad que es el nacimiento de Índigo, ninguna creación es más grande que la de nuestro primer hijo. Y mi álbum en el que estoy trabajando tuvo esa primera canción llamada Índigo. Ahora, en diciembre, saldrá otra, también del álbum que estamos preparando.
En este álbum que viene hay una confianza ya en la raíz y en lo que soy como artista. Y sigue la gira, que en este momento tendrá una interrupción de las bonitas: Índigo, nuestro bebé, es una interrupción preciosa.
Nuestro tour quería recorrer a fondo todo el país. Pero la noticia del bebé nos paró un poquito todo, por eso quisimos hacer esta cuota de conciertos, pisar rápido antes de que acabara el año, pero en el próximo vamos con Índigo en los brazos a visitar y a seguir con este tour.
¿Cómo ha evolucionado desde el niño que conocimos en sus escritos?
Mis bitácoras me acompañan a todo lado. Escribo en mis diarios, sobre todo con la intención de que cambie mucho aquello que voy escribiendo día a día. Me da miedo repetirme, repetir mis errores. Me siento orgulloso de mis errores, pero me fascina cometer nuevos errores.
Cuando de repente leo mis diarios voy dándome cuenta de que hace cuatro años estaba sufriendo de la misma manera por algo que era diferente. Entonces entiendes el patrón y pues, eso me permite avanzar sin repetirme.
Hay mucho público de niños en sus conciertos, ¿qué significa para usted?
En esta gira, una de las grandes sorpresas ha sido ver la cantidad de niños chiquitos y de todas las edades que asisten. Me hace sentir orgulloso de que mi música le hable a tanta diversidad de gente. Volvemos a lo de la universalidad o lo elemental de los mensajes. Y sí me genera mucha impresión y responsabilidad ver la semilla que estamos dejando en el imaginario de los niños. Es una responsabilidad de la que soy muy consciente, por eso procuro que mis canciones sean sinceras. No sé si siembran lo mejor que se pueda en el mundo, pero sí sé que son un reflejo sincero.
¿Qué ritual tiene antes de un 'show'?
Para mí, el momento antes de subir a tocar es inviolable. Tiene que suceder de la manera en que nos propusimos hacerlo antes de cada concierto: todo el equipo, músicos, técnicos, los mánager, familia, amigos que estén, todos nos reunimos a poner la conciencia de donde realmente tiene que estar.
Volviendo a recordar que hay niños en el público, que hay gente con ojos y oídos abiertos para recibir lo que sea que le entreguemos. Se busca que seamos intencionales. Es un espacio para agradecer por las bendiciones que estamos recibiendo, son importantes no solo para mí, sino por lo que representan mis canciones, y es un momento de decir: “Bueno, Dios, agarra tú el mando y úsanos”. Ese momento es tan importante como el del escenario.
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